Abstract
Una nueva etapa de cooperación e integración se está abriendo entre Chile y Perú tras la firma del Acta de Ejecución el 13 de noviembre de 1999, con la que se termina el proceso “contractualista” iniciado con el Tratado de 1929 y su Protocolo Complementario, los cuales apuntan a una solución de las diferencias originadas tras el término de la Guerra del Pacífico, y que situaron las relaciones bilaterales de estos dos Estados por más de 100
años. La firma de este instrumento, se enmarca dentro de un proceso integracionista y de buena voluntad de ambos países. En este sentido, el Presidente de Perú, Alberto Fujimori, señaló que “ A las puertas del siglo XXI trabajamos de una manera distinta, con confianza y amistad, cimentando el desarrollo en nuestros dos países”.] El Acta en sí, no es ni un Tratado ni un Acuerdo pleno por tanto, no requiere de trámite parlamentario para su ratificación, sólo apunta a dar cumplimiento con lo mandado por el Tratado de 1929, y que obliga a Chile a realizar, en favor del Perú, la construcción de
un Malecón de Atraque, una oficina Aduanera y una estación terminal del Ferrocarril de Arica a Tacna, sobre los cuales el Perú ejercerá una administración autónoma, pero que en definitiva seguirán estando bajo el ordenamiento y legislación nacional.El tema más allá de concluir con un proceso histórico, genera cierta incertidumbre en torno a los elementos de seguridad nacional que se ven afectados, el impacto económico y social que tendrá para el país y en especial, para la Primera Región de Tarapacá, la cual por su historia y ubicación geográfica es la que más incidencia tiene en la materia. Por lo tanto, ante la relevancia y alcances de este hito histórico, postulamos que el Acta de Ejecución firmada en noviembre de 1999, es condición necesaria para poder generar un nuevo proceso de integración económica entre los dos Estados, pero no suficiente como para zanjar las susceptibilidades y distanciamientos mutuos entre ambos países. Particularmente, la desconfianza histórica entre Chile y el Perú. Para ello el proceso a seguir, para cumplir con los objetivos e hipótesis, consistirá en la configuración de un marco histórico que permitirá ordenar los principales hechos ocurridos a partir de la Guerra del Pacifico y que servirán como parámetros para analizar las relaciones chileno peruanas en base a estos antecedentes.