Reflexiones en torno a algunas formas de manipulación de la opinión pública

Abstract

Atrás quedaron los debates estériles del Nuevo Orden Informativo de la década de los sesenta, setenta y ochenta que pregonaban el desequilibrio de la información entre los países del Norte y los del Sur. Es un hecho indiscutible que a través de la red podemos acceder a información y a medios de comunicación de cualquier parte del mundo, lo que a veces excede nuestra capacidad de aprehenderla. Todo esto podría llevarnos a la conclusión más lógica y casi simple que el hombre moderno está mucho más capacitado que antes para adoptar sus decisiones por si sólo, que es capaz de ejercer la crítica, de presionar e influir en las decisiones de gobierno, de tener opiniones por si sólo, de formar parte de un público y no de una masa. Atrás habría quedado la concepción de un hombre condicionado o determinado por las clases sociales, por los instintos o por la propaganda. ¿Porqué entonces la opinión pública-concebida como el juicio comunicado, generalizado y compartido-' sigue expuesta a la manipulación? O dicho de otro modo, ¿Porqué el hombre contemporáneo no es del todo libre? ¿Porque ello sucede pese a que su entorno le ofrece mayores condiciones para serlo? Es más, nos atrevemos a afirmar que en el mundo en que vivimos, existen formas más sutiles y sofisticadas de manipulación de la opinión pública que las burdas y totalitarias formas empleadas durante las dos guerras mundiales.